Nadie sabe que el sábado hubo concentraciones, en plural. Desde luego, la prensa gubernamental trató de oscurecer el acto de Madrid, ya sea minimizándolo, ya sea subrayando aspectos que contribuyen a la tergiversación, como la "rebelión" –con todas sus comillas– en la portada de El País. Pero hubo otros actos que no necesitan ser oscurecidos porque simplemente no aparecen recogidos en ningún sitio. Es decir, no han existido.
Este columnista, sin ir más lejos, acudió el sábado a una concentración que nunca ha existido. ¿Existirá? Quizá la única posibilidad de rescatar ontológicamente lo que muchos vimos sea esta simple columna. Qué responsabilidad. Pues sí, en la tarde del sábado, la plaza de San Jaime se llenó de banderas españolas y de carteles que recordaban a las víctimas de De Juana por sus nombres.
Es más, a las seis de la tarde sonó el himno nacional, despertando a las piedras. Y fue tal la alegría, y fueron tantos los aplausos, que volvió a sonar por aclamación. Si no dejo constancia de ello antes de que transcurran unos días, yo mismo llegaré a tomarlo por un ensueño, por una figuración de la siesta sabatina.
En Barcelona he asistido a tumultos, fiestas, carreras, plantes y desplantes sin cuento. Pero como lo del sábado, nunca. Gritos serenos de "libertad" y exquisito respeto a las condiciones puestas por el PP: nada de criticar sentencias judiciales. Un respeto que chocó con la total ausencia de cargos del PPC. Tampoco hubo representación de Ciutadans (¿Existió alguna vez una esperanza llamada Ciutadans?). Hubo cosas más importantes: escalofriantes minutos de silencio antes del himno. Y buenas gentes. Tan buenas serían que pudo una pajarraca espetarle a un grupo de concentrados "¡Gora De Juana!", y largarse tan contenta. "Dejadla estar". "Ni caso".
Esta gente representa a más gente. Y se está acostumbrando, muy despacio pero sin retroceder, a expresarse en Cataluña con la misma libertad que los dueños de las calles y del presupuesto, progres y nacionalistas. Esta gente va creciendo en número y se ha comprometido con la causa cívica y simbólica en la que se está jugando la partida final de la Transición, donde ganaremos todos o perderemos todos.
Catalanes de bien calificados a diario de inadaptados, de fascistas, de anticatalanes, de conspiranoicos, mientras La Vanguardia dedica dos pulcras páginas a Otegi. Hablo de los más silenciados entre los silenciados, los parias de los parias. Gente a la que pertenezco y que no se merece el vacío al que la acaban de someter todos los medios, amigos y enemigos. Lo del sábado en la Plaza de San Jaime existió. Yo lo vi.
Juan Carlos Girauta
(por derecho propio)
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