20 junio 2007

Las cosas de palacio ...






El hecho de que preparar un acto solemne es laborioso y lleva su tiempo a nadie se le escapa y, de la misma manera, es perfectamente comprensible que ultimar y sincronizar los fastos de la solemnidad es tarea ardua y difícil.

Se precisa la escenografía oportuna, la sonorización adecuada, las grúas móviles para las televisiones, tan necesarias cuando hay que figurar, el forrado de los butacones para las autoridades, la seguridad preventiva, la ubicación para la orquesta y, como colofón, la vestimenta adecuada y las "laureadas".

Tanto tiempo se precisa que el Gobierno de la Generalidad, en colaboración con el Ministerio del Interior y con la intermediación de la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (ACVOT),  o el Ministerio del Interior, con la colaboración del Gobierno de la Generalitat y la misma intervención, o la ACVOT en colaboración con el Ministerio del Interior y la intermediación del Gobierno de la Generalitat, o sea cual sea el orden de colaboraciones e intermediaciones, han tardado veinte años para un acto supuestamente dedicado a las víctimas del atentado de Hipercor.

Veinte años durante los cuales, las victimas de aquel atentado han quedado en el mas ruin de los olvidos de la misma manera que, aquí, en Cataluña, se ha "pasado" olímpicamente de todo cuanto afectaba al terrorismo etarra o, mejor dicho, se han buscado contactos y aproximaciones como previa a las que el Gobierno de España viene practicando e, incluso, ya practicaba cuando no era Gobierno.

Pero, ayer, a las siete de la tarde, estaba todo dispuesto y bien dispuesto; no faltaba nada y las personalidades iban llegando con la directiva de ACVOT como anfitriones. Allí estaba Santos Santamaría, su Presidente, con el traje de comer macarrones muy puesto junto al vallado de acceso a la espera de los Rubalcaba, Montilla, Saura, Montse Tura, Hereu y demás tropa. Allí estaba Roberto Manrique, su Secretario General y Portavoz, con su recientemente otorgada Creu de Sant Jordi. Allí estaba José Vargas, su Tesorero, también de traje. Allí estaba Sara Bosch, “eminente psicóloga” de la Asociación con un cruzado mágico que, de manera discreta, disimulaba sus otras veces lucido "mostrador". Allí estaba Pilar Manjón, esa sin novedad, sin “mostrador” y de negro riguroso que no es mas que una especie de negrura endógena. Estaban todos; todos menos uno: faltaba el Doctor en Derecho José María Fuster Fabra, abogado de la Asociación que, sin duda, se habría quedado en Madrid para seguir elucubrando un nuevo símil futbolístico como la inutilidad del gol con la mano de Messi en el pasado Barcelona-Español, sólida base para su  argumento para deslegitimar a cuantos no comulgamos con la versión oficial del 11-M, utilizado en su calidad de acusación de parte del grupo de la Manjón (quienes creíamos conocer a "Fusti", sabíamos de su forofismo "perico"; lo que ignorábamos era su forofismo "manjónico", "manricoide" y, en definitiva pasando por varios estratos, "zapateril").

Y el evento comenzó y, por lo que he podido leer hoy en prensa, transcurrió cargado de mensajes vacíos, falsas promesas, demagogia al cubo y, eso sí, toda la carga de tendenciosidad partidista que era de esperar.

¡¡¡ Pues no !!!. Eso no es lo que precisan las víctimas ni esa patochada puede considerarse como un acto de homenaje cuando los protagonistas están, de algún modo, porfiando por llegar a un acuerdo con sus verdugos.

Pero, no todo consistió en ese acto. Una hora antes, la Asociación Peones Negros Barcelona, rendía su particular y sencillo homenaje a las víctimas de Hipercor. Sin fastos pero con el cariño que merecen; sin solemnidades pero con toda sinceridad; sin demagogias sino con honestidad; sin personalidades pero si con un grupo de mujeres y hombres anónimos y comprometidos con la Memoria, la Dignidad y la Justicia; sin glamour pero con corazón.

Un particular y sencillo homenaje del que nos sentimos orgullosos todos los que participamos. ¿Podrán los otros decir lo mismo?......

La Asociación Peones Negros Barcelona, aprovecha para agradecer al operativo de seguridad las facilidades recibidas para el normal desarrollo de su acto. Cuando toca, toca y si alguna vez toca “palo”, esta vez toca elogio.


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