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OPINION EDITORIAL Una sentencia con freno y marcha atrás  POR SI FALTARA alguna prueba de la trascendencia del informe Iglesias que mañana mismo aparecerá en las librerías, el vicedirector de EL MUNDO Casimiro García-Abadillo revela en el prólogo del libro que el juez Gómez Bermúdez estuvo a punto de proponer a sus compañeros una sentencia que hubiera sido muy acorde con las principales conclusiones de este químico: en los trenes no estalló Goma 2 ECO sino Titadyn y la Policía manipuló la investigación. Resulta que apenas una semana antes de la presentación pública de la sentencia, el a la vez presidente de la sala y ponente comunicó a un magistrado amigo suyo no sólo que quedarían absueltos los supuestos cerebros de la trama -como así ocurrió- sino que, además, Trashorras sólo sería condenado por tráfico de explosivos y habría deducción de testimonios contra mandos de los cuerpos de seguridad. EL MUNDO conoció esta información y se comprometió a        mantenerla en secreto hasta que se consumara, y así lo hizo. Ahora        García-Abadillo ha reconstruido y corroborado los hechos con el        interlocutor del juez. No hablamos, pues, a lomos de un mero rumor. Es obvio que la absolución de Trashorras como autor de la        masacre hubiera desmontado no sólo el tejado de la versión oficial, como        pasó con los autores intelectuales, sino        sus propios cimientos. Todo el edificio se hubiera desmoronado con        estrépito y el comando de Leganés habría quedado flotando en el vacío, sin        suministradores de explosivos conocidos. Si además uno o varios policías        -el candidato más obvio era Sánchez        Manzano- hubieran ido «caminito de Jerez» como el propio Bermúdez        había pronosticado ante diversos testigos, el escándalo político habría        sido mayúsculo y las circunstancias de la victoria del PSOE en el 2004        habría sido puesta en entredicho. ¿Por qué durante esa semana decisiva el        juez Bermúdez primero echó el freno a esos afanes justicieros y luego dio        marcha atrás en dos de sus tres propósitos? ¿Recibió presiones del        Gobierno? ¿Tuvo en cuenta la precariedad de su recurrido puesto al frente        de la Sala de lo Penal de la Audiencia? ¿Ponderó el efecto que una        sentencia así habría tenido en la acogida al polémico libro de su esposa?        La prueba de que, en todo caso, sus consideraciones fueron políticas está        en el inaudito formato con que presentó la sentencia: enfatizando todo        aquello que avalaba al Gobierno frente a las dudas y pesquisas de nuestro        periódico y camuflando la propia absolución de los «cerebros». Esta secuencia de acontecimientos adquiere ahora un gran        relieve porque en definitiva viene a demostrar que Bermúdez, hombre sin        duda perspicaz e inteligente, ya se dio cuenta de lo que Antonio Iglesias        demuestra al repasar los análisis de los explosivos: que la química        refutaba la versión de la «Goma 2 ECO y vale ya». Por eso se cubrió con la        añagaza de que podía haber un segundo explosivo, fingiendo ignorar que en los trenes de lo que no        había rastro era del primero. Así las cosas, creemos que la Justicia debe darse una segunda        oportunidad para averiguar lo que ocurrió el 11-M. Podría llegar a        través de los flecos que aún investiga el juez Velasco, sucesor del        nefasto Del Olmo -por ejemplo la detención en Marruecos del supuesto        alquilador del piso de Leganés- pero nadie percibe el impulso suficiente        en esa vía. Más factible sería que alguno de los condenados pidiera la        revisión de la sentencia a partir de un hecho nuevo como el informe        Iglesias o que las víctimas se querellaran contra el entonces jefe de los        Tedax y otros policías. La memoria de los        muertos y la dignidad de los vivos requieren que alguien levante en sede        judicial el freno político que, según todos los indicios, Gómez Bermúdez        aplicó sobre su inteligencia y su conciencia en octubre de        2007. Lunes, 25 de mayo de 2009. Año XXI. Número: 7.098. ESPAÑA 11-M, LA INVESTIGACIÓN / Nuevas revelaciones Bermúdez cambió en el último momento la sentencia del        11-M Una semana antes de notificarla dijo a un magistrado que        sólo condenaría a Trashorras por tráfico de explosivos y que iba a deducir        testimonio contra mandos policiales Madrid El revés que para la versión oficial del 11-M supuso la        sentencia de la Audiencia Nacional estuvo a punto de resultar, en        realidad, un cataclismo. Una semana antes de hacer público el fallo, el        presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, rectificó dos elementos        esenciales que hubieran hecho tambalear la versión presentada por la        Fiscalía. A finales de octubre de 2007, el presidente de la Sala de        lo Penal transmitió confidencialmente a un magistrado tres aspectos clave        del fallo referidos a la autoría intelectual, los explosivos y la posible        responsabilidad penal de algunos funcionarios. Pero lo que salió adelante        fue un plan B donde sólo sobrevivió la ausencia de autores        intelectuales. Por el contrario, un minero asturiano y su explosivo        cargaron con los muertos del 11-M y ningún miembro de las Fuerzas de        Seguridad tuvo que afrontar investigación alguna. Las confidencias incumplidas del presidente del        tribunal constan en Titadyn (La Esfera de        los Libros), en el que el vicedirector de este diario, Casimiro        García-Abadillo, prologa el macroinforme sobre los explosivos del 11-M        elaborado por uno de los peritos que actuó para el tribunal, el químico        Antonio Iglesias. «Una semana antes de que se comunicara públicamente la        sentencia, Gómez Bermúdez le transmitió confidencialmente a un magistrado        tres conclusiones de la misma: 1. No se establecería la autoría        intelectual del atentado, en contra de lo que sostenía la Fiscalía. 2.        Habría deducciones de testimonio para algunos mandos de los cuerpos y        fuerzas de seguridad del Estado. 3. El minero Suárez Trashorras no sería        condenado como responsable de los atentados, sino sólo por tráfico de        explosivos». «Esta información», prosigue, «se la hizo llegar al        director de EL MUNDO una tercera persona, que nos pidió mantenerla en        secreto hasta el día 31 de octubre. Así lo hicimos. Posteriormente yo        mismo he tenido la ocasión de comprobar con la fuente que, en efecto, ésa        era la intención del ponente a tan sólo una semana de hacer pública la        sentencia». Sin embargo, sólo uno de esos puntos, el de los autores        intelectuales, sobrevivió a las intensas jornadas que precedieron a la        presentación pública de la sentencia. Las otras dos no se cumplieron. Lo        cierto es que si hubieran recibido la rúbrica del tribunal -completado por        Alfonso Guevara y Fernando García Nicolás-, el revolcón a la teoría        mantenida por el Ministerio Público habría sido mayúsculo. «Al menos dos de esas conclusiones (la segunda y la        tercera), que hubiesen supuesto un varapalo fundamental para el escrito de        conclusiones de la Fiscalía y que habrían puesto en tela de juicio la        labor de investigación de destacados mandos policiales, tenían que ver con        los explosivos». «Si el explosivo utilizado por los terroristas no queda        demostrado que fuera Goma 2 ECO, el papel de Suárez Trashorras quedaba        reducido al de mero proveedor del mismo a la banda de El Chino. Eso habría        permitido su condena por tráfico y no por asesinato múltiple». En cuanto a las deducciones de testimonio, el propio        desarrollo del juicio pareció hacerlas inevitables. Sin embargo, el        tribunal hizo mutis por el Supremo y se las sacudió de encima alegando que        antes de ponerse a ello hacía falta esperar a ver qué daba por probado el        Alto Tribunal. El Supremo se pronunció, pero el tribunal de la Audiencia        Nacional no volvió a hacerlo. Las víctimas, decepcionadas, han recordado en muchas        ocasiones que Gómez Bermúdez les había asegurado que algunos testigos        irían «caminito de Jerez». Es decir, procesar a destacados mandos por        delitos como falsedad en documento público, falso testimonio, ocultación o        manipulación de pruebas, etcétera. «Yo mismo he oído al juez Gómez        Bermúdez pronunciar esa frase y no me cabe ninguna duda de que ésa era su        voluntad», añade García-Abadillo en Titadyn. La lista de nombres tenía        claros candidatos: el ex jefe de los Tedax        Juan Jesús Sánchez Manzano; la        químico que hizo los primeros análisis; el coronel de la UCO Félix Hernando y el        subordinado que era el contacto del confidente Zouhier; el jefe de la        UCAO, Domingo Castaño, y el        instructor de las diligencias policiales sobre el 11-M. Así lo        reclamaban las acusaciones. Pero hubo sentencia y no hubo nada. Emilio Suárez        Trashorras y su explosivo asturiano se llevaron 40.000 años de prisión y        ningún mando policial encontró su nombre en el fallo. Entonces, ¿qué pasó? García-Abadillo ofrece dos        explicaciones: la malévola y la probable. La primera sostiene «que el        Gobierno, primer interesado en una sentencia que se pareciera lo más        posible a las conclusiones de la Fiscalía, le ofreciera algo relacionado        con su carrera profesional. ¿Tal vez el apoyo ante nuevos recursos para        arrebatarle la presidencia de la Sala de lo Penal? ¿Quizás la presidencia        de la Audiencia? No creo que Gómez Bermúdez se haya dejado comprar tan        burdamente, a pesar de que su esposa, Elisa Beni, en su libro La soledad        del juzgador, deja entrever diversas presiones y mensajes más o menos        sugerentes». Sin embargo, la respuesta más verosímil es otra. «El        juez, probablemente, actuó a sabiendas de que su sentencia, tal y como la        redactó, sería bien recibida por el Gobierno. Gómez Bermúdez parece que        mantuvo contactos con Rubalcaba, pero que su relación con él no era        fluida. Sin embargo, sí lo era con la vicepresidenta primera del Gobierno,        María Teresa Fernández de la Vega, con la que mantuvo diversas        conversaciones. Beni, en el libro ya mencionado, cita un encendido halago        de Fernández de la Vega a su marido». En cualquier caso, ambas interpretaciones se desarrollan        en el mismo escenario. «Es duro ir contra las tesis que han justificado lo        injustificable. Era, en efecto, muy duro cuestionar un relato de los        hechos que ha sustentado la verdad oficial sobre el 11-M, y habría sido        aún más duro sentar en el banquillo a algunos de los que hicieron posible        una compleja operación de encubrimiento sobre lo ocurrido». El presidente del tribunal no sólo reculó en dos        encrucijadas de la sentencia, sino que aprovechó la inercia de su        presentación televisada para arremeter contra algunas de las informaciones        publicadas en este diario. «Si la sentencia fue un jarro de agua fría para        los que esperábamos un veredicto más acorde con el desarrollo de la vista        oral, la presentación que hizo el propio Gómez Bermúdez de la misma fue        una agresión injustificada y sin precedentes a un medio de comunicación        (EL MUNDO), justo el que más había defendido la actuación del magistrado        frente a los ataques de los que le veían demasiado remiso a aceptar el        relato y las teorías creativas de la Fiscalía». Esa inaudita presentación fue, además, cosecha exclusiva        del propio Bermúdez: «El escrito que leyó el ponente ante los periodistas,        en el que se daba una visión subjetiva y sesgada del fallo del tribunal,        ni siquiera fue consensuado con los otros dos miembros de la Sala. Con        posterioridad tuve la oportunidad de preguntarle a Alfonso Guevara si        Gómez Bermúdez les había enseñado a él y a Fernando García Nicolás el        escrito que leyó ante los medios. 'No. Para mí fue una sorpresa. Nos dijo        que iba a leer unas conclusiones, pero no nos enseñó el escrito'». Un magistrado que conoce bien al presidente de la Sala de        lo Penal interpreta así lo ocurrido: «'Lo que hizo con su incomprensible        presentación pública fue buscar el apoyo de los medios que él sabía que        iban a aplaudir las críticas implícitas a EL MUNDO para que no le        machacaran a él por una sentencia incómoda para las tesis oficiales. De        alguna forma, utilizó a EL MUNDO como parapeto frente a esas        críticas'». Contando con el margen de discrecionalidad que        proporciona el derecho, otra persona que lo conoce bien considera que el        magistrado actuó «teniendo en cuenta sus intereses». «Es decir, no creo        que hiciera nada que él creyera contrario a sus convicciones, pero pensó        en la repercusión de la sentencia y actuó en consecuencia», añade. El caso es que el resultado de lo sucedido en aquel final        de octubre fue que «el hombre que había despertado las mayores        expectativas respecto al conocimiento de la verdad sobre el 11-M no sólo        avaló una sentencia que traicionaba su propio criterio (expresado, como ya        se ha dicho, días antes de manera confidencial), sino que utilizaba el día        de su presentación para atacar al medio que más había trabajado para        aportar nuevos datos a la investigación». Con ser llamativo, la repercusión sobre el trabajo de        este periódico no era lo más relevante. «Con su cambio de posición, Gómez        Bermúdez no sólo traicionó a los que esperábamos una actitud más valiente:        ha dejado a las víctimas sin amparo en su justo deseo de conocer la verdad        y, sobre todo, se ha traicionado a sí mismo». Es ahí donde adquiere su sentido la decisión del perito        Antonio Iglesias de revisar todos los datos y análisis reunidos en los        tres meses y medio de macropericial. «Abre una nueva esperanza para        conocer la verdad. Utilizo las propias palabras de Gómez Bermúdez        recogidas en una reveladora entrevista que le hizo Esther Esteban en        octubre de 2006: 'Todavía hay algún asunto del GAL coleando. Y lo mismo        ocurrirá con el 11-M. Siempre que aparezca un hecho nuevo, con        independencia de que aparezca antes, durante o después del juicio, se        podrá abrir una nueva investigación. Ése es el sistema procesal español.        Estoy seguro de que se descubrirá la verdad, se tarden más o menos años'.        Que así sea». Búsqueda genuina de la verdad El malabarismo final con el quita y pon de la sentencia        llegó tras 57 jornadas de juicio que merecieron el elogios unánimes para        el presidente. «Gómez Bermúdez actuó desde el principio como un auténtico        director de orquesta», afirma García-Abadillo en 'Titadyn'. «Dio muestras        de conocerse el sumario mejor que nadie. Manejó con autoridad los        interrogatorios. Cortó a la fiscal Sánchez cuando creyó que se estaba        sobrepasando, generando momentos de gran tensión en la sala, siempre        atestada de gente». Al menos en esa fase de juicio oral -antes de ponerse a        rumiar todas las teclas de la sentencia y lo que desataría cada una de        ellas-, la intención parecía encomiable. «Creo honestamente que Gómez        Bermúdez llevó a cabo una labor difícil de superar durante la vista oral.        No es nada fácil mantenerse siempre atento a todo durante muchas horas y        días seguidos, sin perder la calma, sabiendo mantenerse siempre en su        sitio, sin abusos, sin perder la compostura. Y creo que su forma de        dirigir la vista oral implicaba un deseo genuino de saber la verdad,        dentro de los límites lógicos en los que se podía mover y que venían        marcados por un sumario lleno de lagunas». Todo ello, además, en unas circunstancias que nunca se        habían producido. Fue un juicio televisado durante el que Gómez Bermúdez        estuvo abierto a hablar con todos los medios, incluidos los que poco antes        habían arremetido contra él por sugerir que podía haber una sentencia        «abierta». «Estábamos ante un comportamiento insólito. Ciertamente, con        habilidad y saber hacer, Gómez Bermúdez se convirtió en una estrella mucho        más luminosa que el hasta entonces único astro de nuestro universo        judicial, Baltasar Garzón». Un cargo tambaleante Gómez Bermúdez llegó al primer día de juicio del 11-M con        su cargo «en precario», como recuerda García-Abadillo. Sobre su        nombramiento como presidente de la Sala de lo Penal pendía la amenaza de        una nueva anulación -para entonces ya llevaba dos-, que sin bien no        hubiera afectado al juicio sí hubiera creado una situación delicada. De        hecho, Gómez Bermúdez presidió el tribunal del 11-M sencillamente porque        él mismo, como presidente de la Sala, quiso hacerlo, y no porque le        correspondiera. El libro de su esposa recoge una protesta al respecto.        «¿Y no se podrá, alguna vez, trabajar rodeado de la serenidad necesaria?        ¿No será posible...?», dijo cuando supo en mayo de 2007, en pleno juicio,        que el fiscal apoyaba la anulación de su nombramiento. La primera anulación fue consecuencia del recurso de otro        candidato de la Audiencia, el magistrado José Ricardo de Prada. La segunda        se debió a un recurso presentado por su también compañero de sede judicial        Baltasar Garzón, que aspiraba al puesto. El tercer nombramiento volvió a        ser recurrido por De Prada por dos vías, una de las cuales contó con el        apoyo fiscal. El ciclo de nombramiento-recurso sólo se cerró en enero de        2008, cuando ya se había dictado la sentencia del 11-M. Lunes, 25 de mayo de 2009. Año XXI. Número: 7.098. ESPAÑA 11-M, LA INVESTIGACIÓN / Nuevas revelaciones        Bofetada a jueces y víctimas El libro de la esposa de Bermúdez recibió reproches        unánimes Madrid Para asombro de todos, tres semanas después de la        sentencia sobre la masacre vio la luz un libro sobre el juicio escrito por        la propia esposa del presidente, Elisa Beni. La soledad del juzgador        (Temas de Hoy) no recibió ningún elogio y sí un aluvión de críticas del        mundo judicial y de las propias víctimas. La respuesta más dura al presidente del tribunal llegó de        quien durante todo el juicio estuvo sentado a su diestra. El magistrado        Alfonso Guevara consideró que Gómez Bermúdez había actuado con «deslealtad        como amigo, como compañero y como presidente» y calificó de «lacerantes»        algunos comentarios del libro, de cuya preparación no había tenido        noticia. No era el único magistrado que salía perdiendo en comparación con        la más acertada actuación del esposo de la autora. La lista de        damnificados incluía igualmente a Juan del Olmo, instructor del 11-M, y        Baltasar Garzón, rival de Bermúdez a la Presidencia de la Sala. Sólo dos de los 18 compañeros de Gómez Bermúdez en la        Sala de lo Penal aceptaron la invitación del presidente para asistir a la        presentación del libro, celebrada en un ambiente de funeral. Unos días        después, en una reunión del Pleno, los magistrados de la Audiencia        Nacional también mostraron su disconformidad con la obra. De acuerdo con        fuentes judiciales, el propio presidente de la Audiencia, Carlos Dívar,        lamentó el daño que la obra podía hacer a la imagen del tribunal. A todo ello se sumó la protesta de las víctimas,        encabezada por Pilar Manjón, que amenazó con una denuncia contra Bermúdez.        También el CGPJ llegó a estudiar si el contenido del libro suponía que el        presidente del tribunal había cometido alguna irregularidad. La última mala noticia sobre el libro llegó el pasado        febrero. Un juzgado de Madrid condenó a Beni por intromisión en el derecho        al honor de un abogado del 11-M y ordenó rectificar dos capítulos de la        obra. Anteriormente, la publicación ya le había costado a Beni su despido        como jefa de prensa del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Domingo, 24 de mayo de 2009.  ESPAÑA EL MARTES SE PUBLICA EL LIBRO CON LAS CONCLUSIONES DEL        QUÍMICO ANTONIO IGLESIAS El informe que debería reabrir el caso del 11-M POR CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO Conocí a Antonio Iglesias (Madrid, 1940) en la primavera        de 2007, cuando el autor del informe que tienen en sus manos ya había        concluido su trabajo como perito para el tribunal que juzgó el atentado        terrorista del 11-M. Desde el primer momento me llamó la atención su        manera pausada de hablar, su precisión en el lenguaje y, sobre todo, su        prudencia a la hora de emitir juicios de valor. [...] Un año después de        que se emitiera la sentencia, en el otoño de 2008, durante el curso de un        almuerzo, Iglesias me comentó que estaba a punto de concluir un trabajo al        que había dedicado casi un año y que suponía una revisión del informe que        en su día se presentó ante el tribunal. Las andanzas del ex jefe de los Tedax Juan Jesús Sánchez        Manzano dejaron muchas abolladuras en el sumario del 11-M y condenaron al        tribunal a lo inevitable: ordenar una nueva pericial. Las cosas no        mejoraron. Los cuatro expertos oficiales se mostraron más dispuestos a        proteger la versión oficial que a asumir con asepsia científica los        sorprendentes datos que iban surgiendo. Lo sucedido levantó tantas        suspicacias entre los cuatro peritos independientes que uno de ellos,        Antonio Iglesias, decidió repasar con sosiego todo el material llegado a        la pericia y volcarlo en un nuevo macroinforme. Ese trabajo ve este martes        la luz en 'Titadyn' (La Esfera de los Libros), que se abre con un extenso        prólogo en el que el vicedirector de EL MUNDO, Casimiro García-Abadillo,        reconstruye el increíble itinerario político-científico-penal de la        investigación ligada a los explosivos. Éste es un extracto de esas        páginas. No hay nada más obstinado que un hombre de ciencia.        Iglesias había revisado una por una todas las pruebas que se llevaron a        cabo en el laboratorio de la Policía Científica durante los más de cien        días que duró la pericia ordenada por el tribunal. Cuando le pregunté sobre los motivos que le habían        llevado a indagar de nuevo en aquel arduo trabajo me contestó sin dudarlo:        «Me gusta hacer las cosas con lógica, precisión y sosiego. La cantidad de        irregularidades que se produjeron durante la realización de la prueba, así        como las dificultades que tuvimos para exponer nuestro criterio durante la        vista oral, me llevaron a ponerme manos a la obra. Era una obligación        moral conmigo mismo, con la profesión química y, sobre todo, con las        víctimas». DOS NUEVAS CLAVES [...] Posteriormente entraremos en profundidad en cada        uno de los aspectos de esta investigación, pero como adelanto de lo que        contiene este estudio científico, al que llamaremos Informe Iglesias, y        que ha sido visado por el Colegio Oficial de Químicos de Madrid, resaltaré        dos de sus más esclarecedoras conclusiones. La primera, que es «altamente        probable» que al menos en el foco número 3 de la estación de El Pozo        estallara Titadyn. En ningún caso en ese foco estalló Goma 2 ECO. La        segunda, que las muestras M-2 (resto de explosivo hallado en la furgoneta        Renault Kangoo) y M-3 (la muestra patrón de dinamita Goma 2 ECO utilizada        para cotejo con la anterior) «provienen del mismo cartucho». La primera de estas conclusiones (el «altamente        probable», para un científico, significa estar en el umbral de la certeza        absoluta) es de por sí lo suficientemente trascendental como para        replantearse de forma completa el relato oficial de los hechos. [...] La segunda de las conclusiones antes apuntada arroja luz        sobre una sospecha latente durante todo el proceso: la comisaría de los        Tedax, al mando de Juan Jesús Sánchez Manzano, pudo manipular las pruebas        para orientar la investigación hacia un único explosivo y, por tanto,        hacia una autoría concreta. [...] MANZANO METE LA PATA El asunto de los explosivos no habría despertado ninguna        polémica si no hubiera sido por la torpeza del propio Sánchez Manzano.        Efectivamente, el comisario jefe de los Tedax, en su comparecencia ante la        Comisión de Investigación del 11-M, que tuvo lugar el 7 de julio de 2004,        respondió: «He dicho que los restos de los focos de las explosiones llegan        a la unidad a las 12.30; se inicia su análisis y se obtienen los primeros        resultados en torno a las 14.00 horas [del 11 de marzo]. En algunos casos        (en concreto en ocho de los 10 focos), no en todos, cuando se hace el        análisis de los restos del foco de la explosión logramos encontrar restos        de nitroglicerina, y la nitroglicerina es el componente de todas las        dinamitas». [...] Sin embargo, dos años más tarde, en julio de 2006, fue        precisamente un miembro de los Tedax quien me llamó la atención sobre un        detalle al que nadie había prestado atención: [...] -¿Qué fue lo que estalló en los trenes?- volvió a        la carga. 
 Con la excitación propia de quien está a punto de        descubrir un dato que podía dar un vuelco a la investigación me puse a        revisar toda la documentación [...] En ninguno de los informes remitidos        al juez instructor en el sumario 20/2004 se mencionada la nitroglicerina        como compuesto de la Goma 2 ECO. [...] El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba,        mantuvo por aquellos días varias conversaciones con el director de EL        MUNDO, Pedro J. Ramírez, en las que intentó excusar al jefe de los Tedax,        al que definió como «un buen profesional al que no nombramos nosotros,        sino el PP». «Fue una confusión -argumentó el ministro-. Mira, yo que soy        químico te puedo decir que es fácil confundirse, sobre todo con un        compuesto que forma parte de las dinamitas. No le deis más vueltas». [...] Sánchez Manzano acudió a declarar ante Del Olmo.        ¿Qué le dijo nuestro comisario jefe al juez? [...] Por un lado, Manzano        dice que confundió dinamita con nitroglicerina y, por otro, afirma que al        comparecer en la Comisión del 11-M no se refirió a dicho atentado, sino a        «cualquier atentado». [...] Mi fuente, un Tedax de gran experiencia, había logrado su        objetivo. No sólo nos había puesto sobre una pista que hacía tambalearse        lo que hasta esa fecha era una verdad incontestable (que los terroristas        habían utilizado Goma 2 ECO), sino que nos orientó hacia las inauditas        circunstancias en las que se había producido la investigación sobre un        elemento fundamental: el arma del delito. LA TUMBA DE ACEBES El 11 de marzo, el entonces ministro del Interior, Ángel        Acebes, convocó en la sede del Ministerio una reunión de toda la cúpula        policial antiterrorista [...] Se debatió en profundidad sobre la posible        autoría del atentado. Los máximos responsables de los cuerpos de seguridad        tenían muchas dudas. [...] Sin embargo, poco antes de que concluyera la reunión,        sobre las dos de la tarde, Díaz Pintado recibió una llamada del comisario        de Seguridad Ciudadana, Santiago Cuadro Jaén, en la que éste le informó de        que, según los Tedax, el tipo de explosivo utilizado por los terroristas        era «Titadyn con cordón detonante». Decir Titadyn era como afirmar que la        autoría era de ETA. [...] Ese dato fue también el que llevó a Ángel Acebes a        apuntar sin duda como responsable a ETA en una rueda de prensa que se        celebró sobre las tres de la tarde del 11 de marzo. [...] A las cinco de la tarde, antes de dar comienzo una        nueva reunión de los mandos policiales en el despacho de Díaz de Mera,        Santiago Cuadro le dijo a Díaz Pintado que el explosivo utilizado era una        dinamita, no Titadyn. El subdirector operativo de la Policía montó en        cólera, porque esa información era justo lo contrario de lo que le había        dicho unas horas antes. [...] Lo más increíble de todo es que quien le        había dado esa información a Cuadro Jaén no era otro que Sánchez Manzano,        el mismo que le había transmitido, según Díaz Pintado, que el explosivo        era «Titadyn con cordón detonante» justo tres horas antes. EMBARGO INFORMATIVO A las cinco de la tarde, Sánchez Manzano remitió al        laboratorio de la Policía Científica tres muestras para analizar: la M-1        (el polvo de extintor); la M-2 (el resto de explosivo hallado en la        Kangoo) y la M-3 (una supuesta muestra patrón de Goma 2 ECO). Según la        propia versión de Manzano ante el juez instructor y ante el tribunal, con        los primeros análisis, los que se hicieron en el laboratorio de los Tedax        entre el mediodía y las dos de la tarde, no se había podido determinar el        tipo de dinamita. [...] Los técnicos de la Policía Científica no concluyeron sus        análisis sobre las tres muestras hasta las siete de la tarde. De forma        inaudita, el comisario jefe de la Policía Científica, Carlos Corrales, que        tuvo los resultados en sus manos desde las siete de la tarde, no permitió        que se remitieran al ministro hasta las diez de la noche. Es decir,        durante tres horas Corrales supo que el explosivo de la Kangoo era Goma 2        ECO (con el añadido de la metenamina) y no permitió que la información        siguiera los cauces reglamentarios. A las ocho y cuarto de la tarde Acebes dio una nueva        rueda de prensa en la que informó sobre el hallazgo de la Renault Kangoo y        en la que volvió a insistir en que, según la Policía, el explosivo        utilizado por los terroristas era el «habitualmente usado por ETA».        ¿Informó Corrales a alguien del resultado de los análisis de los        explosivos entre las siete y las diez? Desde luego, a Acebes parece que        no. El caso es que no fue hasta las diez de la noche, hora a        la que Corrales autorizó que el resultado de los análisis de la Policía        Científica se transmitiera al Ministerio del Interior, cuando se descartó        definitivamente el Titadyn y se dio por hecho que el explosivo utilizado        había sido Goma 2 ECO: La tesis de la autoría de ETA, mantenida por el        Gobierno, comenzaba a desinflarse. ¿Chapuza u ocultación de pruebas? El comisario Sánchez Manzano hizo los primeros análisis        del 11-M y acabó destituido Mi fuente en los Tedax nos había situado sobre una pista        de mucho recorrido. De repente, los explosivos se convirtieron en el        aspecto más interesante de la investigación periodística sobre el        atentado. [...] Sánchez Manzano había remitido dos informes sobre        explosivos al juez Del Olmo. El primero, con fecha 12 de marzo, incluía        los análisis de la Policía Científica correspondientes a la M-1, la M-2,        la M-3 y la M-4. Como recordarán, en la madrugada del día 12 de marzo se        había desactivado la mochila de Vallecas, cuyo contenido también        examinaron los peritos de la Policía Científica (esa muestra es la M-4).        Los componentes eran los de la Goma 2 ECO, pero sin metenamina, claro. Y        así lo hicieron constar los peritos de la Policía Científica en su        informe. Uno de los peritos que participó en dichos análisis me confesó        posteriormente: «El explosivo de la Kangoo, de la muestra patrón y el de        la mochila de Vallecas eran diferentes. Saltaba a la vista». Para que todo cuadrase, en el informe que remitió al        juez, Sánchez Manzano introdujo el componente metenamina también en el        explosivo de la bolsa de Vallecas. De esa forma llevó al juez Del Olmo a        cometer un error de bulto. Sin embargo, Sánchez Manzano no se molestó en        sacarle de su error. Al fin y al cabo, debió de pensar, ¿quién se iba a        poner a investigar cuáles eran los componentes de la Goma 2 ECO? PILLADO El malentendido no se corrigió hasta el mes de abril del        año siguiente. Y fue por casualidad. [La juez Teresa Palacios] remitió al        juez Del Olmo un escrito en el que, a petición de la Guardia Civil, le        solicitaba que indicara «si en todas las muestras obtenidas [...] se ha        localizado la sustancia conocida como metenamina». Esta pregunta,        realizada por los expertos de la Guardia Civil, era un aldabonazo a la        credibilidad del comisario jefe de los Tedax [...]. La contestación que dio Sánchez Manzano al juez [...] nos        hizo comprobar, una vez más, la inagotable capacidad creativa del jefe de        los Tedax. Sánchez Manzano atribuyó a «un error de transcripción» la        mención de la metenamina como componente del explosivo recuperado en la        comisaría de Puente de Vallecas. Respecto a la presencia de la misma        sustancia entre los restos del papel parafinado de la Kangoo y en la        muestra patrón de Goma 2 ECO, la justificación que dio fue la        «contaminación». NADA EN LOS FOCOS Con ser escandalosa la manipulación de los informes y las        justificaciones ideadas por el jefe de los Tedax, mi fuente insistía una y        otra vez en otra cuestión: «la clave de la investigación está en el        análisis de los focos de las explosiones», me advirtió [...]. Lo que descubrimos en ambos informes es que del análisis        de los restos de 10 de los focos la perito químico de los Tedax sólo pudo        determinar la existencia de «componentes de la dinamita», pero en los        mismos no se mencionaba ninguno de ellos. [...] Insisto una vez más: el        Titadyn y la Goma 2 ECO son dinamitas. ¿Cómo el jefe de los Tedax adivinó        que se trataba de Goma 2 ECO? [...] Cuando lo hicimos público en EL MUNDO,        nadie, ni químicos ni expertos en explosivos ni, por supuesto, nuestras        fuentes en los Tedax, dieron crédito a esa afirmación imposible. No se        puede afirmar que hay una sustancia sin conocer los componentes de la        misma. Es así de sencillo. La lógica, a veces, es más útil que la        verborrea pseudocientífica [...]. Mi amigo el Tedax, que utilizaba como correo un nombre        que tiene que ver mucho con la investigación, pero que por razones obvias        no puedo desvelar, dio un paso más y me sugirió por correo electrónico:        «¿No os habéis preguntado por qué los análisis de los focos se hicieron en        el laboratorio de los Tedax y no en el de la Policía Científica?». A veces        me ponía furioso, porque yo estaba seguro de que él ya sabía las        respuestas a sus preguntas. Sí, realmente era extraño. [...] Les añadiré que el único laboratorio homologado        oficialmente para realizar los análisis de los explosivos es el de la        Policía Científica, no el de los Tedax. [...] ¿Por qué Sánchez Manzano se guardó los restos de        explosivo hallados en los focos de los trenes? Durante su declaración ante el tribunal, que se produjo        el 14 de marzo de 2007, [...] volvió a sorprender a la concurrencia con        una nueva teoría: el laboratorio de los Tedax examinaba en exclusiva los        «restos no pesables», mientras que el laboratorio de la Policía Científica        se encargaba de analizar los «restos pesables». [...] Cuando compareció        ante el tribunal el perito de la Policía Científica Manuel Escribano (que        analizó las muestras el día 11 de marzo) y le preguntaron si se habían        realizado análisis de restos de explosiones en su laboratorio, respondió        que el 83% de los que él personalmente había llevado a cabo en más de 30        años de servicio se correspondían precisamente con lo que Sánchez Manzano        llamaba restos no pesables. [...] AHORA SÍ Sin embargo, quedaba aún una duda ¿Se hizo algún informe        por escrito? ¿Realmente no se pudo determinar ningún componente? La perito        [...] dio otra gran sorpresa durante su declaración. [...] Ese día alguna        luz le alumbró la mente porque, para asombro de todo el mundo, contestó:        «Nitroglicol y nitrato amónico». Increíble. Tres años después del        atentado, la perito de los Tedax confesaba que ella en sus análisis        detectó esas sustancias que, como ustedes ya se imaginan, son tan        componentes de la Goma 2 ECO como del Titadyn. [...] LA CAÍDA No sabemos cómo se debió de sentir Sánchez Manzano,        después de haber asegurado por activa y por pasiva que era imposible saber        qué componentes había en el explosivo [...]. Las informaciones que publicó        EL MUNDO a partir de julio de 2006 y la consiguiente presión de todos los        sindicatos policiales sin excepción, llevaron al comisario jefe de        Información, Miguel Valverde, a destituirle de su cargo en diciembre de        ese mismo año. Es decir, un par de meses antes de que comenzara la vista        oral. Interior no se quería pillar los dedos con un tipo tan imaginativo        como Sánchez Manzano. Garzón señala a ETA y 'despista' a Del Olmo Según una fuente de toda solvencia, el mismísimo juez        Garzón estaba seguro de esa misma tesis [de que había sido ETA] hasta bien        entrada la tarde del día 11. Por la mañana, según declaró ante la comisión        de investigación parlamentaria, cuando se encontraba en la estación de        Atocha, un oficial de los Tedax le dijo que el explosivo utilizado había        sido Titadyn. A las 16.45 horas de ese mismo día, Garzón llamó por        teléfono a Juan del Olmo, que ya se había hecho cargo de la investigación.        Del Olmo se encontraba en esos momentos en uno de los pabellones de Ifema        que fue utilizado para depositar los cadáveres. Garzón le aseguró al juez        instructor que la autora de la matanza era ETA. Conociendo los contactos        de Garzón con la Policía, esa afirmación era casi como una garantía de        veracidad. El mismo explosivo Las páginas de 'Titadyn' recogen los análisis más        relevantes de la pericial. La imagen de la izquierda ofrece el        cromatograma de la muestra patrón de Titadyn, incautada a ETA dos semanas        antes del 11-M. La de la derecha responde al mismo análisis de la muestra        más importante de los focos, un polvo de extintor encontrado en El Pozo        designado como M-1. De acuerdo con la opinión de los peritos        independientes, la enorme similitud entre los elementos detectados        -nitroglicol (EGDN), nitroglicerina (NG), dinotrotolueno (DNT) y ftalatos-        apunta que estalló Titadyn, y no Goma 2 ECO, que carece de dos de esos        elementos (nitroglicerina y DNT).    |      
25 mayo 2009
Bermúdez cambió en el último momento la sentencia del 11-M
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